viernes, 12 de marzo de 2010

La experiencia de viajar en colectivo


Después de veinte largos minutos, finalmente llego el 117 la línea de colectivo que tomo todas las mañanas para ir a mi trabajo, generalmente no son muchas las personas que toman este ómnibus, por lo tanto siempre encuentro algún lugar donde sentarme, pero esta mañana fue diferente, el no solo estaba lleno de gente sino que después que yo subí unas nueve personas también lo hicieron y el colectivero parecía no enterado, que a sus espaldas la gente no podía ni moverse por el amontonamiento que se vivía.
Era una mañana calurosa de alrededor 24 grados pero ahí adentro parecía que la temperatura alcanzaba un numero ilógico. Todavía no terminaba de despertarme bien cuando una señora alrededor de unos 40 años y unos 120 kilos me aplasto contra un asiento golpeando a una anciana, el impacto me ayudo a despabilarme totalmente, y fue en ese momento que vi como un señor dejaba libre su asiento, para descender en la próxima parada, pidiendo permiso logre llegar al lugar que milagrosamente seguía libre y con una alegría inmensa me senté en el. Cuando pensaba que nunca en mi vida había estado tan cómoda, un anciano en muletas subió al colectivo, con la conciencia totalmente dañada pensé que alguien le iba a ceder su lugar y me hice la dormida, como si eso me ayudaría a no enterarme que yo debía darle mi asiento, pero al cabo de pocos minutos abrí los ojos y descubrí que el hombre seguía de pie, no pude creer la falta de moral de todos los sentados, así que con un odio terrible me levante y le cedí mi lugar.
Otra vez parada, parecía que la temperatura seguía aumentando y que el autobús se achicaba cada ves mas apretando sus pasajeros, me sentía en una lata de sardinas, de pronto comencé a mirar un señor que hablaba por su celular, pero que parecía que estaba tratando de que todo el país lo escuchara, me pareció muy raro que aquel hombre se encontrara sobre un transporte publico, ya que parecía, por su gran rolex de oro en su muñeca, su elegancia impecable, su celular y su ipot de ultima generación y por el hecho que cien doloras salían accidentalmente de un pequeño bolsillo de su traje, un hombre sumamente rico y exitoso. A su lado me llamo también la atención una joven de alrededor 15 años que le daba el pecho a dos bebes a la vez, la joven carecía de vestimenta, ya que solamente estaba cubierta por una enorme remera blanca, que promocionaba una marca de shampoo, y un par de zapatillas que parecían que habían sido acuchilladas por algún demente, de repente en mi rostro se produjo una sonrisa y no pude evitar que un ruido salga de mi, por la gracia que me daba el ver a aquellas personas, por un lado el exitoso impecable, por otro a la joven semi desnuda que amamantaba sus dos hijos, compartiendo el mismo destino en el mismo colectivo, pero sin absolutamente nada en común.
En ese momento una filosófica reflexión llego a mi cabeza, fue entonces cuando descubrí que utilizar el transporte publico, no es solo una forma económica de traslado, si no que también en este se produce una mera relación entre individuos con un mismo destino, una mezcla de personas de diferentes clases, edades, etcétera..., entre otras cosas que en este medio pueden ocurrir.
Finalmente llegue a mi lugar de destino, el día transcurrió muy rápido, y antes de darme cuenta, mi ultimo turno había finalizado y ya estaba nuevamente en la parada esperando el colectivo, en ese momento una extraña sensación comenzó a invadir mi cuerpo, ocasionándome un efecto excitante de conocer cual será la aventura que me espera en el ómnibus esta vez.

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